Investigadores de la Universidad de Michigan demostraron el gran potencial de la tecnología de la impresión 3D aplicada a la medicina al crear un transplante que ayuda a corregir el problema respiratorio de un bebé.
Si de revoluciones tecnológicas se trata, probablemente no haya ninguna que compita con la impresión 3D, pues permitirá no sólo fabricar nuestros propios repuestos para reparar aparatos o diseñar nuestros objetos, sino que apunta a ser uno de los más cercanos aliados de la medicina.
Todo surge cuando el doctor Glenn Green, uno de los autores de la investigación, recibe a un bebé con problemas respiratorios. El pequeño, llamado Kaiba Gionfriddo, padecía traqueobroncomalacia, una carestía en el desarrollo de cartílagos, misma que provocaba una obstrucción en las vías respiratorias de manera aleatoria al expulsar aire. Así, cuando el bebé lo padecía, tenía que ser reanimado y conectado a respiración asistida.
Para resolver este padecimiento en bebés, lo mejor es reforzar las vías debilitadas con implante flexible que sujeto los tejidos del bronquio dañado. Y aquí es donde entra la impresión 3D. La manera tradicional de hacerlo era sacar un molde de la parte dañada, sin embargo, optaron por algo menos agresivo. El equipo optó por sacar una TAC (Tomografía Axial Computarizada) para obtener una imagen tridimensional de la vía dañada y así poder crear implantes con una impresora 3D utilizando materiales de fácil absorción por el cuerpo del bebé en un lapso de 3 años.
Kaiba se recupera del proceso con normalidad, aunque aún necesita de una traqueotomía para la toma de aire. Sin embargo, es uno de los claros ejemplos de los usos de la impresión 3D para la medicina
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