Exámenes, redacción de informes, resolver problemas laborales… Muchas de nuestras actividades diarias requieren una buena dosis de concentración, y es que además ésta capacidad es muy importante en relación al aprendizaje y la memoria. Sin embargo, la dificultad para resistir las distracciones o de mantener un buen nivel de atención durante tiempos largos son dos quejas más que frecuentes entre la gente.
Aquí te pasamos algunos trucos para ayudarte a concentrarte mejor:
1. Usa tu metacognición. Aprender cómo funciona la atención en general, los distractores que más te afectan a ti, cuando empiezas a fatigarte, son aspectos fundamentales que te ayudarán a gestionar mejor tus recursos atencionales.
2. Haz descansos periódicos y mejor en entornos naturales. Diversos estudios como el realizado por Marc G. Berman y sus colaboradores de la Universidad de Michigan en 2008 han mostrado el poder de los ambientes naturales como los bosques y parques para reducir la fatiga atencional. Así que, busca un parquecito y date un pequeño paseo cada dos horas aproximadamente.
3. Entrena tus capacidades cognitivas. Cada vez son más las publicaciones científicas que dicen que mejorar las capacidades mentales es algo posible. Jolles y sus colaboradores publicaron en 2013 que el entrenamiento en memoria de trabajo promovía cambios en la conectividad entre estructuras de la red fronto-parietal del cerebro, implicada en el procesamiento de la atención. Así, los programas de entrenamiento online podrían suponer una opción más innovadora y divertida que te permite ejercitar tus capacidades de concentración donde quiera que estés.
4. Modifica tu entorno. Es muy recomendable que elimines de tu entorno la mayor cantidad de distractores posibles. La televisión, gente hablando, música de tu grupo favorito captarán tu atención impidiendo que la dediques a la tarea importante. También es importante que estés cómodo, así que no olvides controlar la temperatura de la habitación, usa una silla cómoda, etc.
5. Practica la meditación. En 2007 un equipo de investigadores liderados por Yi-Yuan Tang, describieron en un artículo publicado en la revista científica PNAS que entrenar 20 minutos al día durante cinco días era suficiente para mejorar el rendimiento en un test de atención, además de reducir la ansiedad y la fatiga.
6. Usa estrategias para controlar tus pensamientos. Si ves que te distraes y estás pensando en otra cosa, repítete una frase ‘reorientadora’. Decirse a sí mismo palabras como ‘Concéntrate’, o ‘Vuelve al estudio’ te ayudarán a parar el pensamiento y volver a centrarte en el contenido de lo que estás haciendo.
7. Juega a videojuegos. En un estudio ya clásico de la Universidad de Rochester (Nueva York) publicado en Nature, se observa que aquellas personas que jugaron a videojuegos de acción mejoraban su atención selectiva visual, eran capaces de atender a más estímulos y eran más eficientes en la forma de usar sus recursos atencionales.
8. Cambia de contenidos. Esto evitará que te aburras haciendo todo el día lo mismo. Alterna materias o tareas y también su grado de dificultad, o el tipo de estrategias de aprendizaje que debes poner en marcha. Si evitas saturarte mantendrás la motivación.
9. Organízate para controlar la ansiedad. A veces tenemos tantas cosas que hacer que no sabemos por dónde empezar, y cuando nos ponemos, nos invaden pensamientos y preocupaciones sobre lo que todavía nos queda por hacer. Una buena estrategia para evitar esos pensamientos distractores es organizar las actividades diarias y mantener un horario, ello facilitará que nos centremos cada momento en la tarea que nos toca realizar.
10. Haz ejercicio físico. Todo un cuerpo de publicaciones apunta en la dirección de que el ejercicio físico mejora el rendimiento cognitivo. Michele T. Tine y Allison G. Butler publicaron en 2012 un artículo en la revista Experimental Educational Psychology en el que demostraron que el ejercicio aeróbico breve (12 minutos) mejoró la capacidad de atención selectiva en un grupo de niños.
Sabemos que la tarea es dura, así que no olvides reforzarte por el esfuerzo. Eso sí, es importante que al premiarte, lo hagas por haber cumplido un objetivo concreto. Por ejemplo, si te apetece levantarte ‘a ver qué hay en la nevera’, hazlo cuando hayas completado una parte de tu trabajo, pero no por dejarlo a medias. Así el premio te sabrá mejor.
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